Noche de Viernes Santo, estación de Penitencia, Jesús yacente espera postrado delante del altísimo, en su trono y dentro de su urna, engalanado con flores. A su lado su Madre, nuestra Madre, Virgen de la Soledad, la cual nunca se separa de él, le está llorando y le va a acompañar para llevarle al Sepulcro junto con la Cofradía de Santo Sepulcro.
Diez y media, el sonido de los tambores retumba fuera de la iglesia, van entrado en ese momento 45 hermanos fieles a su imagen y a su religión, dentro ya huele a incienso. Justo delante de su trono procesional y junto al estandarte de la Cofradía y a la Cruz de Guía, dos faroles iluminan la escena previa al comienzo de la procesión.
Se van colocando los anderos en sus posiciones de partida, mil veces repetidas en los ensayos, tanto en el trono del Cristo Yacente como en el Trono de la Virgen de la Soledad, el párroco nos invita a rezar junto a él para estar en paz y relajados.
Once de la noche, todo listo, con un respetuoso silencio empieza la estación de penitencia, en cabeza nuestro estandarte, portado por un hermano al que le embarga la emoción, detrás de él la cruz de Guía con sus faroles portado por los miembros más pequeños de la Hermandad y justo detrás la imagen de Jesús Yacente en su trono procesional seguida de su Madre, la Virgen de la Soledad en su trono. Suena en ese momento el Himno Nacional interpretado por la banda de Música de la hermandad apostada en el exterior y con el vello erizado por la emoción nos disponemos a salir de la Iglesia.
En el momento que la primera imagen ya está fuera de la iglesia, el capataz manda girar a la izquierda y , tras avanzar paralelos a la iglesia durante 25 metros, giramos a la derecha para encaminarnos hacia la calle Príncipe Felipe hasta llegar a la altura de la casa del Párroco, 1ª parada, tras un breve descanso de unos 15 segundos, el sonido de la campana del capataz nos indica que hay que continuar.
Seguimos bajando hasta llegar a la calle San Juan y prosiguiendo por esta hacia la calle Oriente, vuelve a tañer la noche el sonido de aviso del capataz, 2ª parada, continuamos por la calle Oriente hasta el cruce con la Calle del Mesón y desde allí hasta el cruce con la calle de la fuente, al sonido de la campana de nuevo realizamos nuestra tercera parada, continuamos por la calle Oriente hasta el cruce con la calle Francisco Rivero Navas, allí realizamos nuestra 4ª parada, mientras la banda continua con su magistral interpretación de las marchas de procesión.
Esta calle donde nos encontramos ahora es la primera con una pendiente mayor de las que hasta este momento hemos transitado, además de más estrecha, aquí la música es aún más penetrante y nos hace forzar el paso cuesta arriba, una vez hemos terminado la cuestecilla giramos a la izquierda y en ese momento, de nuevo a las órdenes del capataz y su campana realizamos la siguiente parada, continuamos por la calle mayor y llegando al cruce con la calle Alegría volvemos a realizar otra parada, proseguimos entonces por la calle Mayor hacia la calle del Huesario, llamada asi porque aquí estaba el antiguo camposanto detrás de la iglesia.
Antes de entrar en la mencionada calle, realizamos la 7ª parada, aquí los anderos cogen aire, puesto que la calle Huesario tiene una subida prolongada y el peso de los tronos es cada vez mayor, vuelve a tañer la campana del capataz y los anderos se aprestan a volver a levantar al rey de los cielos, en ese momento la banda comienza los compases de “Encarnación Coronada” comenzamos la subida de la calle del Huesario, justo al final de la subida y antes de llegar a la calle del viento, se realiza la 8º y penúltima parada.
Desde aquí continuamos por la calle del viento donde , a la altura de la iglesia, hacemos la 9ª parada, la banda interpreta “La Muerte no es el Final” y un sinfín de gargantas emocionadas acompañan con sus voces la letra de esta pieza, ya estamos en la puerta de la iglesia, en este momento exponemos a Jesús Yacente y a su Madre, y, a los toques del Himno Nacional nos encaminamos a encerrar a los dos pasos procesionales entrando en el Templo y finalizando nuestra estación de Penitencia.